viernes, 17 de agosto de 2007

¿Cambio de casa? Ni hablar

Considero totalmente inaceptable la atomización del CEA. Repaso los hechos, propongo soluciones, espero respuestas.
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En el último tiempo, en nuestra corporación, se han formado dos grupos políticos, muy distintos en formas: por un lado están los Pelucones, llamado así en alusión a Francia, su líder contrarrevolucionario (¿O revolucionario?); por otro, los Lampiños, que debe su nombre al honor del Primer Ministro vigente del CEA, Alwyn. Los primeros son partícipes de un mundo más dinámico, de grandes carreteras, 4*4s y explosiones; los segundos, disfrutan del té inglés a las cinco y suelen asistir, en las temporadas primavera-verano, a agradables reuniones en las que se juega al croquet (con obligación de llevar chaqueta) y se tocan diversos tópicos. Dos grupos, agrego, que no hacen más que repetir la historia del siglo XX, con pequeñas diferencias, anecdóticas.
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Una historia, sabemos, que nos ha dejado más de una herida, y que amenaza con volverse Nietzscheana, en la medida que mantengamos la rigidez en nuestras posiciones. Porque si el tiempo llegara a tensarse, no tengo dudas que todo podría terminar de la peor manera. Basta recordar los Pronunciamientos Militares y por supuesto, la amenaza real que representa nuestro líder armado, el General William.
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Todo esto rememora el conflicto entre güelfos y gibelinos, por allá, en los XII, XIII y XIV de nuestra era, la de Cristo. ¿Si Iglesia o Imperio*?¿Para qué elegir?; Propongo hacer algo propio de nuestros tiempos, los postmodernos: fusionarnos en un nuevo grupo político de consenso, que abarque todas las posiciones, y que podríamos llamar, sin pasar a llevar a nadie, Les Gauches Caviar.
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O mucho mejor, Le Traditionalle Parti de la Gauche Caviar.
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*(Ambos de mayúscula, como corresponde a lo noble. La Iglesia es noble, el Imperio es noble, ¿No resulta evidente?)

5 comentarios:

Don José Ramón dijo...

"Parece un concilio de iniciados en algún arte fantástico o el encuentro de una fraternidad secreta que conjuga imágenes y palabras para crear mundos casi reales."
EL CEA no hace incapié en las diferencias (obvias), si las toma con humor. Y el grupo de debate lo conformamos todos los destacados intelectuales, como entes individuales, libres y felices.
Entonces el Republicanismo del CEA desemboca en "Les Gauches Caviar".
Ni hablar entonces del cambio de casa,
saludos fraternales

William dijo...

En una estrofa los lampiños podríamos decir:

Dejemos que las culebras sigan arrastrándose y se entrencen entre ellas, simulen en las pelucas de los del bando contrario y se distingan así, fácilmente por su inmadurez; que sigan buscando en el piso las cosas sabrosas pero mundanas de este mundo, débiles pero arriesgados, amantes de la adrenalina especialmente en las grandes explosiones.
Pero estas cosas, para nosotros, son débiles, se quedan en palabras que se leen y se escuchan a toda velocidad, sin consistencia ni trascendencia.
Words, words, words.
Nosotros, silenciosos en el escuchar, nos parece interesante el riesgo que toman, arriesgados en el peligro para los resultados, y en definitiva nos parecen personas de piedra, admirables en su inmadurez, los que crean de su vida una historia necesaria para que nosotros la escuchemos en el tea time.
Me sumo a los "Les Gauches Caviar".

beto dijo...

La historia del siglo XX, como señala Harry, no ha sugerido la disyuntiva entre dos grupos distinguibles de manera nítida. Sin duda se repiten los ciclos, como dijo Spengler. El siglo XX, a diferencia de sus anteriores, se caracteriza justamente por lo contrario. Si bien la postmodernidad sugiere un relativismo moral y político, el siglo XX puede caracterizarse como el siglo de los acuerdos-desacuerdos, encuentros-desencuentros. Hay acuerdos, pero aún no sabemos si estos se sustentan en bases racionales, de modo que las pretensiones de validez (principalmente la de rectitud), son las únicas capaces de llevarnos hacia una legitimidad discursiva. Y es a ello a lo que tiene que tender el CEA. A la búsqueda de los acuerdos, en donde todos, los finos y los charchas, sean capaces de problematizar sus pretensiones de validez. En fin, un lugar en donde podemos vivir juntos sin diluir nuestras diferencias. ¿Pero qué significa esto? ¿Acaso algunos deben dejar de tomar gin tonic? ¿Acaso los otros deben dejar de servirse la clásica piscola? Ni lo uno ni lo otro. Un replanteamiento del rol del acuerdo, de la capacidad mediadora del lenguaje, un modo de ser argumental del hombre. A eso debe tender el CEA, como institución pluralista. Dar razones: algunas serias, otras en broma (la cuestión del sentido también se relaciona con la risa. Y qué mejor ejemplo que las 4x4). El contexto discursivo es el siguiente: la capacidad que pueda tener el CEA de obrar como fuente de sentido.

Por ello, yo voy al medio de los dos grupos que supone Harry. Ni lampiños ni 4x4s...junta queremos!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Como cualquier entidad democrática que se precie como tal me mostraré siempre abierto al concenso y a un posible traslado de "casa central" si que que asi la mayoría lo decidiera. Sin embargo, el CEA mantendrá siempre su estricto perfil de centro de estudios, el cual se ha convertido en una institución de renombre desde la meritocracia, condición que no cambiará ningún nuevo blog o ni nada por el estilo.
Sobre las dos grandes tendencias esbozadas por Juan, agradezco que se hagan cosas en mi honor y sore todo cuando se trata de mi densidad de cabello (algo que me agrada bastante). Soy abiertamente partidario de la continuidad y linealidad de este think tank, sin embargo soy un ferreo enemigo del clasismo arribista y de la rigidez de pensamiento y sobre todo de sentido del humor, que se ve mermado por el erotismo en sus infinitas formas, limitándose por ejemplo a recursos como el tea time, palabras en otros idiomas y metaforas de mal gusto.
Creo que a los lampiños, grupo al cual no me siento perteneciente, han entrado en un juego del cual se jactan de no jugar, tirando su 4 X 4 encima de los que no adscriben a sus ideales en un vergonzoso acto de intolerancia.
Habría que pensar en un partido para disidentes como yo, citando a nuestro querido Fra Fra (centro - centro) y postular a los "Medio a Medio" como una alternativa dentro del CEA.

Anónimo dijo...

Estimado Primer Ministro:

Los grupos políticos que conforman el CEA, que no se malentienda, representan la confrontación más evidente a la que todos nosotros -unos más, otros menos- debemos enfrentar en estos tiempos, cual es, posicionarse entre la tradición y la modernidad.

La tradición, se entenderá, no se explica exclusivamente en la aristocracia (bastaría ver/leer a Ruiz, Don Raúl, para percibir esto) y la forma de representarla, es obviamente, haciendo uso del humor.

La Gauche Caviar, por otro lado, es el término que mejor ejemplifica la dualidad de la que hago mención, porque es un grupo real (al que se le llama así irónicamente) que es abierto y tolerante por un lado, y que tiene gran sentido histórico por el otro. O sea, como usted plantea, un grupo "Medio a Medio".

Las disculpas pertinentes si mi prosa careció de claridad.

Placeres (y larga vida al CEA)