Hoy, nos reúne un aforismo de Lichtenberg, filósofo, físico, vividor, bebedor, un grande.
Creo que esta es una de las interpretaciones más bellas sobre los miembros del CEA. Esa mixtura de intelectualidad y mundaneidad, esa mixtura entre las diferentes pretensiones: las intelectuales y las otras, es decir, las lolas, el servirse, la moda, las cuatro por cuatro, en fin. La sabiduría la logró este gran maestro después de hacer un perfecto equilibrio entre reflexión y sensualidad.
¿Será casualidad que el maestro Lichtenberg se llamara Georg?
“Hoy leí algo de De La Caille sobre la teoría de los cometas. Al cabo de un rato me sentí cansado y me apoyé en mi mesa, el sitio donde normalmente pienso en mi mismo, así es que mis ideas tomaron ese camino. En el pensamiento hay vientos alisios que en ciertas épocas soplan sin interrupción; por más maniobras de timón y desviación que uno haga, siempre empujarán en la misma dirección. En estos días de noviembre todos mis pensamientos conducen a la melancolía y a la autodenigración. Cuando no aparece una corriente capaz de desviarme, lo único que me salva son las brújulas de la amistad y el vino. Me orientan y me dan ánimo para luchar against a sea of troubles. Mi razón siguió hoy, no sin experimentar un orgulloso cosquilleo, los pensamientos del gran Newton en torno al universo. Estoy hecho de la misma materia de ese hombre porque sus pensamientos no me resultan incomprensibles: mi mente exaltada responde a sus ideas. Escucho lo que Dios quiso que este hombre legara a la posteridad, algo que millones de oídos son incapaces de escuchar. Sigo esta admirable filosofía en un extremo de mi mente mientras en el otro dos sirvientas (Stella mirabilis y el Planeta) son del todo indiferentes al intelecto que pretende flotar tan por encima de la Tierra; ni siquiera lo consideran digno de someterlo al focum de su ironía y ya lo derriten con su luz común. La fantasía con la que sigo los más sutiles giros de una descripción de Wieland, con que creo mi propio mundo y vago a su alrededor como un hechicero, la misma fantasía que transforma las semillas de una nimia ocurrencia en campos enteros de aire intelectual, suele sucumbir ante una nariz de fino trazo o un saludable brazo extendido, con tal intensidad que no queda ni un trémulo escalofrío de la agitación anterior. Así estoy suspendido en el mundo, entre la filosofía y la astucia de las sirvientas, entre las reflexiones más intelectuales y las sensaciones más sensuales, oscilo de unas a otras y luego de una breve lucha alcanzo el reposo de mi yo duplicado. Me divido cabalmente; de un lado prevarico, del otro exhalo pureza. Nosotros dos, mi cuerpo y yo, nunca hemos sido tan dos como ahora. En ocasiones ni siquiera nos reconocemos, o nos reunimos tan de repente que ambos ignoramos donde estamos” (Aforismos, Georg Christoph Lichtenberg, Fondo de Cultura Económica, p. 92).
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2 comentarios:
Así pues, en este eterno dilema nos la pasamos tal como los bipolares con su ánimo, como los árboles que caducan en invierno y vuelven con un saludable renacer en primavera, como los amantes que siempre tras la separación se piensa o se concreta una reincidencia, como los católicos que tras una buena confesión siempre vuelven a pecar, y en fin, son los ciclos de la vida en su amplitud de temas: el biológico, el psíquico, al amoroso, el intelectual y el mundano; en cada uno ciclando a distintos ritmos, pero siempre con períodos de indisposición. Así se ha pintado en cuadro, sobre todo por Uno que no sabemos bien donde ha elegido, pero queda claro que no es coincidencia.
Dr. Riesco.
Sencillamente notable. Larga vida a la lola, larga vida a la idea. Larga vida a Georg, larga vida al CEA.
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