......Bresson fue un director con personalidad, de una gran singularidad artística. El suyo es un cine hecho de renuncias, ya que en un momento de la historia del séptimo arte en la que se multiplicaban las posibilidades técnicas y artísticas, optó por dejarlas de lado -empezando por el plano secuencia, y se concentró en el trabajo de montaje, un montaje que en vez de romper la acción, buscaba construir una continuidad perceptiva por medio de la comunicación de ideas, en la que su composición plástica ascética y siempre igual a sí misma, reforzaba la cohesión estilística, y el actor era sustituido por un modelo, quien radicalizaba la búsqueda de la verdad interior.
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......Bresson consideraba que el cine, en tanto arte independiente, tenía que prescindir de la actuación, en la medida que esta implicaba que las particularidades del teatro se insertaran en un trabajo del todo distinto al que le correspondía, cayendo en la tentación de hacer teatro filmado. El personaje debe ser inexpresivo, procurando un estilo neutral y ajeno, que se presente en la pantalla por su actividad y no por lo que transmite su rostro ni por lo que dice –que sería, como ya se ha dicho, herramientas del teatro. Él cree que en el cine el animal es perfecto como actor, pues no tiene gestos y traduce sus emociones a través de actos (por ejemplo, un perro está contento de ver a una persona porque corre hacia él moviendo la cola).
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......Bresson consideraba que el cine, en tanto arte independiente, tenía que prescindir de la actuación, en la medida que esta implicaba que las particularidades del teatro se insertaran en un trabajo del todo distinto al que le correspondía, cayendo en la tentación de hacer teatro filmado. El personaje debe ser inexpresivo, procurando un estilo neutral y ajeno, que se presente en la pantalla por su actividad y no por lo que transmite su rostro ni por lo que dice –que sería, como ya se ha dicho, herramientas del teatro. Él cree que en el cine el animal es perfecto como actor, pues no tiene gestos y traduce sus emociones a través de actos (por ejemplo, un perro está contento de ver a una persona porque corre hacia él moviendo la cola).
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......Si el cine no puede basarse en los actores debe basarse en el montaje, un montaje de imágenes y sonidos que sean también inexpresivos –si per se significan algo, no sirven- y es por tanto, en la yuxtaposición de dos imágenes inexpresivas, de dos sonidos neutros, donde aparece el motivo, la idea. Evita la belleza por la belleza –es bello por lo exacto y por su despojamiento, y así lo que importa es la relación entre el hombre y el hombre, el hombre y la cosa, la cosa y la cosa: es el hombre y el objeto troceado, reconstruido en el montaje. El montaje, por tanto, puede permitirse tres herramientas para llevarse a cabo, que son las herramientas propias del cine: el visual, el audio y el espectador.
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......Las dos primeras resultan bastante obvias, y sólo debería agregar que nuestro susodicho siempre consideró que si se podía sustituir un sonido por una imagen, se debía hacer. La tercera es, sin embargo, mucho más interesante. Bresson tendió a considerar a la naturaleza como contrincante, y creía que se debía poner en valor a las cosas por separado. Su cine se escinde en elementos y sonidos parciales que en el montaje sólo se reconstruyen en la cabeza del espectador. Así, es orgánico, y lo que actúa en la escena es el cerebro que organiza las ideas concebidas del orden de las imágenes y los sonidos sin expresión. Para esto, usa con mucha frecuencia, escenas enteras de primeros planos, en donde sólo vemos pequeños recuadros de acción, algunos sonidos que provocan nuestra atención, planos siempre fijos que nos advierten del movimiento en que transcurre lo que vemos en parte, imaginamos en parte; este cine está basado en no ver a diferencia de ver: se ve sólo lo necesario –como buen ascético, y la reconstrucción del escenario final, el plano general, sólo existirá en la cabeza de los espectadores. Es por tanto, un cine que necesita del espectador para terminar de rearmar todas las pequeñas pistas, tanto visuales como intelectuales.
......Las dos primeras resultan bastante obvias, y sólo debería agregar que nuestro susodicho siempre consideró que si se podía sustituir un sonido por una imagen, se debía hacer. La tercera es, sin embargo, mucho más interesante. Bresson tendió a considerar a la naturaleza como contrincante, y creía que se debía poner en valor a las cosas por separado. Su cine se escinde en elementos y sonidos parciales que en el montaje sólo se reconstruyen en la cabeza del espectador. Así, es orgánico, y lo que actúa en la escena es el cerebro que organiza las ideas concebidas del orden de las imágenes y los sonidos sin expresión. Para esto, usa con mucha frecuencia, escenas enteras de primeros planos, en donde sólo vemos pequeños recuadros de acción, algunos sonidos que provocan nuestra atención, planos siempre fijos que nos advierten del movimiento en que transcurre lo que vemos en parte, imaginamos en parte; este cine está basado en no ver a diferencia de ver: se ve sólo lo necesario –como buen ascético, y la reconstrucción del escenario final, el plano general, sólo existirá en la cabeza de los espectadores. Es por tanto, un cine que necesita del espectador para terminar de rearmar todas las pequeñas pistas, tanto visuales como intelectuales.
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......Me recordé del querido Robert en los días de la crisis de los veinticuatro, cuando devoraba 2666. Bolaño es, por supuesto, todo lo contrario que nuestro amigo Bresson: no es ascético y tiene muchísimo más sentido del humor, tuvo una vida más de carreteras, más de experiencias, y no tuvo inconveniente de volcarse en proyectos ideológicos que don Robert habría mirado con desdén. Sus obras son, como sus vidas, muy distintas. Sin embargo, en algunas líneas del 2666 creí percibir en Bolaño una deconstrucción del lenguaje muy parecida a la de las películas de Bresson, una composición que si bien buscaba objetivos diferentes, tenía una estructura viva, dinámica y digamos, democrática –desde el punto de vista de la participación del espectador, muy parecidas. Un mismo espíritu estético manejado con inteligencia magistral, que permitía, a partir del último de los montajes –el propio, reconstruir y dar vida a un lenguaje coherente y lleno de sentido, a partir de unas cuantas partículas, llamémosle, unas cuantas partículas elementales. Me valgo, por tanto, de la trascripción de uno de los párrafos del 2666 para rendir tributo a dos jóvenes, que de haber sido contemporáneos al CEA, habrían brindado con nosotros, cada uno desde su lado.
......Me recordé del querido Robert en los días de la crisis de los veinticuatro, cuando devoraba 2666. Bolaño es, por supuesto, todo lo contrario que nuestro amigo Bresson: no es ascético y tiene muchísimo más sentido del humor, tuvo una vida más de carreteras, más de experiencias, y no tuvo inconveniente de volcarse en proyectos ideológicos que don Robert habría mirado con desdén. Sus obras son, como sus vidas, muy distintas. Sin embargo, en algunas líneas del 2666 creí percibir en Bolaño una deconstrucción del lenguaje muy parecida a la de las películas de Bresson, una composición que si bien buscaba objetivos diferentes, tenía una estructura viva, dinámica y digamos, democrática –desde el punto de vista de la participación del espectador, muy parecidas. Un mismo espíritu estético manejado con inteligencia magistral, que permitía, a partir del último de los montajes –el propio, reconstruir y dar vida a un lenguaje coherente y lleno de sentido, a partir de unas cuantas partículas, llamémosle, unas cuantas partículas elementales. Me valgo, por tanto, de la trascripción de uno de los párrafos del 2666 para rendir tributo a dos jóvenes, que de haber sido contemporáneos al CEA, habrían brindado con nosotros, cada uno desde su lado.
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La primera conversación telefónica, la que hizo Pelletier, enpezó de manera dificíl, aunque Espinoza esperaba esa llamada, como si a ambos les costara decirse lo que tarde o temprano iban a tener que decirse. Los veinte minutos iniciales tuvieron un tono trágico en donde la palabra destino se empleó diez veces y la palabra amistad veinticuatro. El nombre de Liz Norton se pronunció cincuenta veces, nueve de ellas en vano. La palabra París se dijo en siete ocasiones. Madrid, en ocho. La palabra amor se pronunció dos veces, una cada uno. La palabra horror se pronunció en seis ocasiones y la palabra felicidad en una (la empleó Espinoza). La palabra resolución se dijo en doce ocasiones. La palabra solipsismo en siete. La palabra eufemismo en diez. La palabra categoría, en singular y en plural, en nueve. La palabra estructuralismo en una (Pelletier). El término literatura norteamericana en tres. Las palabras cena y cenamos y desayuno y sándwich en diecinueve. Las palabras ojos y manos y cabellera en catorce. Después la conversación se hizó más fluida. Pelletier le contó un chiste en alemán a Espinoza y este se rió. Espinoza le contó un chiste en alemán a Pelletier y este también se rió. De hecho ambos se reían envueltos en las ondas o lo que fuera que unía sus voces y sus oídos a través de los campos oscuros y del viento y de las nieves pirenaicas y ríos y carreteras solitarias y los respectivos e interminables suburbios que rodeaban París y Madrid.
.........................................................................p.62, 2666
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(BIBLIOGRAFÍA
* Historia del cine, Román Gubern. Baber, Barcelona 1995.
* Historia del cine, Georges Sadoul. Losange, Buenos Aires 1956.
* El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer. Paul Shrader. Ediciones JC, Clementine, Madrid 1999.
* Robert Bresson, Rene Briot. Rialp, Madrid 1959.)
* Historia del cine, Román Gubern. Baber, Barcelona 1995.
* Historia del cine, Georges Sadoul. Losange, Buenos Aires 1956.
* El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer. Paul Shrader. Ediciones JC, Clementine, Madrid 1999.
* Robert Bresson, Rene Briot. Rialp, Madrid 1959.)
4 comentarios:
Asociaciones: no puedo dejar de pensar en Perelman quien, en su tratado de la argumentación, consideraba el discurso artísitico como aquel que muchas veces se dirige a una audiencia de elite. En estas, el orador, deja implícitas no las premisas, sino muchas veces, la conclusión. En estas, claro está, no se busca persuadir (es decir, disponer a la audiencia a la acción), sino bien, la mayoría de las veces, se busca que la audiencia confirme sus contenidos intelectuales. No está mal, digo yo, pero prefiero el cine del otro, del que abusa de todas las herramientas del cine.
segundo: la idea de la reconstrucción del sentido a partir de las partículas elementales es una posibilidad que se da en la mayoría del arte. De manera especial, el arte contemporaneo ha sido testigo del abuso de esta posibilidad. El lector de textos discursivos (cualquier texto, incluso el cinematográfico), si bien activo, exige, al menos, la metáfora. Si bien todo lenguaje es metafórico, el abuso de esta figura retórica puede desembocar en una triste disputa terminológica en la etapa de interpretación de la obra. La idea es que las interpretaciones y reconstrucciones se puedan basar siempre en un análisis estrictamente descriptivo. De ahi, se pasa luego a las inferencias.
Saludos. Una belleza. Que opine el resto del cea.
Siempre me entusiasma la idea de entender con breves compendios a un nuevo autor, y considero que mediante este interesante post, se nos abre el apetito para degustar a Robert. Sería interesante Juan, que recomiendes cuales son las películas que debiésemos servirnos, con el objeto de -tras este aperitivo- pedir el plato principal adecuado, guiados siempre por el chef.
Tomando la idea de que las interpretaciones y reconstrucciones se puedan basar en un análisis estrictamente descriptivo para pasar luego a las inferencias, me hace sentido en el método fenomenológico de presenta Don Karl Jaspers como tendencia revolucionaria en su época para llegar al diagnóstico de las patologías psiquiátricas. En este, propone a un analista vacio de todo prejuicio, con la mente y un papel en blanco, dispuesto a escuchar y observar cada una de las partes que servirán de sustrato para componer el cuadro. Así una anamnesis (historia clínica) espontanea, donde el terapeuta no guía a su paciente, un examen mental no dirigido más un examen físico no a modo de actor de teatro, sino espontaneo según las formas físicas que tiene de interactuar el individuo en el ámbito de la consulta, son los elementos que Jaspers –como el espectador del cine de Bresson- interpreta e infiere. Por tanto, un psiquiatra que necesita del enfermo para rearmar todas las pequeñas pistas, tanto visuales como auditivas y del comportamiento, para diagnosticar el mal y entregar un tratamiento adecuado.
Dr. Riesco.
doc: una belleza la analogía con Jaspers. Seguramente fue muy entusiasta cuando se metió con los locos cuando aún era un mozuelo.
Agradezco tan lúcidos comentarios. Recomiendo las películas de don Robert que más he disfrutado (aunque debería decir que todas son muy buenas).
-Un condenado a muerte se escapa (1956): Es una película muy emocionante en donde está presente le tesis fundacional de Bresson -liberar el alma del cuerpo, a través de requerir escaparse de la prisión que les impone su medio.
-Pickpocket (1959): hay un bals de primeros planos en una escena del robo de una billetera por parte de los carteristas. Sólo ese espacio poético basta para salir contento de la sala. El resto también es una maravilla.
-Lancelot du Lac (1974). Aunque es muy difícil conseguir y no está subtitulada al español sino al inglés, Bresson extrema lo comentado en este post.
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